La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado. Yo soy yo, vosotros sois vosotros. Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo Dadme el nombre que siempre me habéis dado. Hablad de mí como siempre lo habéis hecho. No uséis un tono diferente. No toméis un aire solemne y triste. Seguid riendo de lo que nos hacía reír juntos. Rezad, sonreíd, pensad en mí. Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra. La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado. ¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista? Os espero; No estoy lejos, sólo al otro lado del camino. ¿Veis? Todo está bien. No lloréis si me amabais. ¡Si conocierais el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudiérais oír el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos! ¡Si pudiérais ver con vuestros ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso! ¡Si por un instante pu...
Más temprano que tarde, los románticos terminamos por marcharnos. Me iré siendo fuerte, bello y joven; luchando hasta el último segundo. Yo fui el que escribió un millón de poemas; el que deseó sin límites ni fronteras; amé tanto... que mi cuerpo se convirtió en pasión y sentimiento: estaba ciego y mi alma abrasaba. Sufrí tanto... que surqué mares, océanos; escalé montañas; atravesé continentes para poder beber de las aguas del río Leteo y descansar de una vez por todas en el obscuro olvido. Desconocía que para ello debía morir. Canté, reí, lloré, grité... Solo, en el desierto, paralizado, carecía de cuerpo, yo mismo era una nebulosa. Desquiciado, loco, al borde del abismo, alimentándome de desesperación y vértigo, esperaba un gesto, una mirada, una insignificante palabra. ¡Nada, nada, nada! El más atroz de los silencios me rodeaba. En vano aguardé a que el aleteo de una mariposa rompiera mi tormento. Cuando el calvario eran pestilentes ra...